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Artículo: "La beauté est dans la rue": La estética de la rebelión

"La beauté est dans la rue": La estética de la rebelión

Si alguna vez has estado en París, es muy probable que te hayas topado con un eslogan o un grafiti que diga "La beauté est dans la rue" ( La belleza está en la calle) . Es una de esas frases que se te quedan grabadas. La oyes y al instante piensas: "¿Qué significa eso?". Una buena pregunta, considerando que proviene de una época en la que París no era precisamente conocida por sus calles tranquilas.

Pero en 1968, las calles de París eran todo menos tranquilas. Eran el epicentro de una explosión cultural: una revolución. Y, sorprendentemente, la belleza jugó un papel fundamental en ese caos. Analicémoslo.

París de 1968: una ciudad en llamas

Para contextualizar, hablemos de la grandeza del París de finales de los 60. Por un lado, estaban las románticas calles del Marais, los cafés en cada esquina y la imagen de los intelectuales franceses bebiendo vino en el bistró local. Pero, bajo esa fachada pintoresca, mucha gente estaba harta.

Estudiantes y trabajadores se rebelaban contra un sistema rígido y conservador que llevaba décadas vigente. Desde mediados de mayo, París estalló en huelgas, protestas y enfrentamientos callejeros masivos entre manifestantes y la policía. Fue un mes de agitación que sacudió los cimientos de la sociedad francesa, y el mundo entero estaba observando.

En medio de todo esto, ocurrió algo bastante inesperado: la belleza se convirtió en una parte importante de la rebelión. No se trataba solo de barricadas, consignas y discursos políticos. Surgió un nuevo sentido del arte y la expresión, una sensación de que... Las calles mismas eran parte de la revolución.

"La beauté est dans la rue": La belleza en el caos

Entonces, ¿qué significa decir que la belleza está en la calle? El eslogan «La beauté est dans la rue» no fue solo una idea poética, sino una declaración audaz.

En el contexto de 1968, La calle se convirtió en un lienzo. Estudiantes, artistas y revolucionarios comenzaron a inundar la ciudad con carteles, lemas y grafitis. Los lemas no solo trataban de política: buscaban recuperar las calles, recuperar el arte y demostrar que la belleza podía existir en lugares tradicionalmente reservados para el conflicto y la tensión.

La gente empezó a ver las calles como un espacio de libre expresión. Lo cotidiano —los adoquines, los muros, las ventanas, el aire mismo— se transformó en un escenario para el arte, la rebelión e incluso la esperanza.

  • Las paredes de París estaban cubiertas de arte surrealista y de lemas como "L'imagination au pouvoir" (El poder de la imaginación).

  • Carteles coloridos, a menudo dibujados a mano, celebraban la juventud y la cultura de protesta.

  • El grafiti se convirtió en una forma de comunicación directa: una manera rápida y poderosa de difundir el mensaje de que el viejo mundo estaba desapareciendo y algo nuevo estaba naciendo.

En este sentido, la frase «La beauté est dans la rue» fue revolucionaria. Declaraba que la belleza ya no se limitaba a galerías y museos ni a los ideales tradicionales del arte francés. No, la belleza ahora estaba viva en las calles de París, entre las barricadas, en los rostros de los manifestantes y en la energía creativa desbordante que se desbordaba por doquier.

La estética de la revolución

Lo fascinante de esta frase es cómo redefinió lo que podía ser la belleza. Normalmente, la belleza se asocia con lo sublime: la paz, lo ideal, lo perfecto. Pero en 1968, la belleza se encontraba en la rebelión. Se encontraba en la energía pura de las personas que se negaban a ser silenciadas.

Las consignas no eran solo llamamientos políticos a la acción; eran actos visuales de desafío. Era como si cada rincón de la ciudad se hubiera convertido en una obra de arte, luchando contra la sociedad monocromática, ordenada y asfixiante que había mantenido a la gente a raya durante tanto tiempo.

En cierto modo, era una declaración de que el arte y la revolución estaban entrelazados: no se podía tener uno sin el otro. El arte ya no era solo algo colgado en una pared; era algo para vivir, respirar y experimentar en las calles.

Más allá de los eslóganes: un cambio cultural

El mensaje de "La belleza está en la calle" no se limitó a las protestas. El eslogan formó parte de un cambio cultural más amplio que se produjo a finales de los años 60: una rebelión contra los viejos ideales de belleza, arte y política. La gente quería algo más que una cara bonita; quería una revolución en su forma de vivir, trabajar e incluso ver el mundo.

Para la juventud francesa, las calles eran el lugar donde podían alzar la voz. El mero hecho de crear algo bello, ya fuera un póster, un grafiti o un cántico de protesta, era un desafío al statu quo. Decían al mundo que la verdadera belleza no residía solo en la simetría perfecta o la tranquilidad. Estaba en la libertad, en la expresión y en desafiar las viejas costumbres.

Fue en las calles desordenadas, caóticas e impredecibles de París.

Legado: La belleza como rebelión

Hoy en día, "La belleza está en la calle" sigue vigente. Si bien el mundo de las redes sociales y el arte digital ha transformado nuestra percepción de los espacios públicos, el mensaje fundamental de esta frase sigue vigente. El arte callejero, el grafiti y las protestas públicas siguen siendo algunas de las formas más poderosas de expresar rebeldía y creatividad en el mundo moderno.

Desde los murales callejeros de Banksy hasta los movimientos políticos de todo el mundo, la calle sigue siendo un lugar donde la gente reivindica su voz, a menudo de las formas más bellas y desafiantes. La belleza ya no se limita a la estética, sino al significado que la subyace. Y, a veces, las cosas más bellas surgen de los momentos más caóticos y desordenados de la historia.

En 1968, cuando "La belleza está en la calle" se garabateó por primera vez en los muros de París, no era solo un mensaje sobre arte o belleza. Era un grito de libertad, de cambio y de una nueva forma de ver el mundo. Las calles de París se transformaron en una obra de arte viviente: una declaración de que la revolución no se trataba solo de por qué se luchaba, sino de cómo se luchaba.

Así que la próxima vez que camines por la calle, piensa en cómo la belleza no siempre reside en los lugares convencionales. A veces, está en el caos. Está en la revolución. Está en la calle.

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